Dos más dos no siempre son Cuatro
El fútbol no es una ciencia
exacta, aunque los aficionados se empeñen en llevar la contraria y se permiten
el lujo de juzgarlo como tal. Emiten juicios sobre los protagonistas de forma
intolerante, llegando a afirmaciones tales como los sistemas, los aciertos, los
fallos, las tácticas…, como si todo estuviera perfectamente programado como
robots controlados mecánicamente. Incluso a este circo se suman los medios de
comunicación, quienes afirman en sus transcripciones del propio desarrollo del
partido, como si de un tablero de juegos de mesa se tratará, y encima con la
ventaja de juzgarlo una vez que el toro ya ha pasado, incidiendo en los errores
o aciertos de entrenadores y jugadores en una vorágine de opinión, que les
intenta conducir a la perfección de sus apuntes, comentarios o crónicas.
Si esto fuera verdad, digo lo de la perfección en el fútbol, convendría
aplicar las matemáticas y el titular de este artículo de opinión; el futbolista
máquina o hombre robot. Entonces los entrenadores perfeccionarían un software
en el que nada se dejaría a la improvisación; ¿que sería de Messi?, ¿de la
competición? Desaparecería la emoción, nada se dejaría al azar. El resultado se
escribiría antes o durante el juego.
El fútbol es imperfecto; esa es una de sus grandezas. Aparece el espíritu
de mejora, el deseo por innovar, seguir aprendiendo día a día en cómo, dónde y
cuándo sorprender a tu contrincante. Cómo conseguir neutralizar a tu enemigo,
combatir un día con un software diferente al del día anterior, y al siguiente y
al otro y al otro; esa es la esencia de este deporte.
También ignoran nuestros aficionados la condición humana del propio
jugador. En el aspecto físico, surgen de manera continua improvistos por el
propio desarrollo del juego en el cuerpo a cuerpo con tu contrincante, entradas
a destiempo, torceduras, esguinces, un sobre esfuerzo, una contractura, un
remate forzado, una propia acción involuntaria en un lance. . . Nos sentimos
sorprendidos que unos cuerpos perfectamente entrenados y capacitados se
lesionen de tantas y tantas formas que lo primero que establecemos es el tiempo
que se ausentarán, sin antes pensar en el futbolista hombre, persona, ser
humano.
Inmediatamente aparece el aficionado que reclama la perfección de los
profesionales, no se les permite ni un solo fallo. Se lanzan expresiones tales
como “para lo que cobran, ¿cómo ha fallado?”, “eso no se puede fallar”. No
entiendo cómo se relaciona la causa dinero con el efecto. Es sorprendente las
comparaciones que podríamos añadir, como por ejemplo en otros deportes como son
el balonmano o el baloncesto, donde se valoran las estadísticas en las pérdidas
de balón de manera significativa. No olvidemos que al fútbol se juega con los
pies, mientras que estos deportes el móvil se recoge con las manos, siendo
mucho más precisas por cuestiones de lógica las manos que los pies.
Amigos, el fútbol necesita otros enfoques más positivos y desterrar de una
vez el hecho de que todo lo que ocurre en el terreno de juego sea una ciencia
exacta, y que determinadas actitudes no se entrenan; no todo tiene que estar
previsto. Es impensable que un entrenador le diga a su pupilo por dónde, cómo y
cuándo debe realizar un “caño”, o una “cola de vaca”, o un “regate”, o una
“croqueta” momentos antes de meter un gol.
Por lo tanto, yo he llegado
a la siguiente conclusión con el paso del tiempo, las matemáticas en el fútbol
no se pueden ni se deben aplicar porque dos
más dos no siempre son cuatro.
Estoy totalmente de acuerdo con este artículo, principalmente con las últimas ideas. Un entrenador, no puede entrar al campo a tomar él las decisiones de cuando regatear, hacer una entrada o tirar a portería...puedes potenciar esa toma de decisiones durante el entrenamiento diario con diferentes ejercicios pero creo que siempre hay algo que se escapará, ya que como bien se dice en el artículo "El fútbol no es una ciencia exacta", y para esto deberemos plantear ejercicios durante la semana que se asemejen lo máximo posible a la competición del fin de semana.
ResponderEliminarPienso que realmente donde está la diferencia entre un jugador bueno o no tan bueno es en sus tomas de decisiones.
Gracias por tu opinión.
ResponderEliminarEfectivamente el fútbol es imposible llevarlo a las matemáticas, en el resto de tu comentario estoy totalmente identificado con esa idea.
Saludos