En el fútbol, las
cualidades psíquicas del futbolista ocupan un lugar considerable dentro de la
competición. Un jugador no puede actuar a un alto nivel sin una buena
motivación. Es por tanto que la combatividad será siempre una gran prueba de
voluntad y que la confianza en sí mismo y el asumir riesgos constituirán los
genes principales y dominantes dentro de la personalidad del equipo. Estos
elementos constituyen ejemplos de las capacidades psíquicas, así como la
facultad de superación y concentración tanto a nivel individual como colectivo,
son cualidades indispensables en la élite.
El futbolista en su
cualidad de deportista de equipo, debe poseer también grandes cualidades
sociales. Su disposición a someterse, su sentido de la integración y de la
camaradería le permitirán beneficiarse de la solidaridad de sus compañeros. Si
se da al equipo, estará asegurado de recibir. Una buena educación en ese
sentido creará un colectivo sólido unido, temible en el plan colectivo y como
fruto de todo esto, preparado para el éxito. Este conjunto de cualidades
psíquicas es de importancia decisiva en los partidos importantes. Entrenadores,
periodistas y espectadores constatan frecuentemente que algunos excelentes
jugadores no logran poner todas esas capacidades en situación. El origen de
pases imprecisos, de ocasiones falladas, de duelos perdidos, proviene de un
estado psíquico inestable. Esta es la razón por la cual una gran estabilidad se
considera como una cualidad indispensable en el futbolista. Las relaciones
entre la técnica, la condición física, la táctica y la psíquica son estrechas.
Cada cual está ligada una a la otra. Toda acción con balón tiene un aspecto
técnico y táctico. En los duelos por
ejemplo con balón, el excelente dominio de éste, destreza, agilidad y resistencia
física, también necesita un sentido agudo de la iniciativa y una voluntad por
ganar. Un jugador rápido será apto para
recibir un balón en profundidad que uno lento.
La resistencia hará por ejemplo que un partido conserve un nivel técnico
elevando durante todo el transcurso, los jugadores psíquicamente fuertes
tendrán la posibilidad de utilizar ciertas reservas cuando sus contrarios estén
ya cansados.
Sin embargo, en el
fútbol existen ciertas posibilidades de compensación, y un ejemplo de ello es
que el jugador más veloz no contribuye siempre a que la acción la ejecute de
manera rápida, y un jugador lento puede intervenir más veloz que uno rápido,
pero será incapaz de adaptar esa velocidad a la acción puesto que el fútbol no
siempre se trata de ir rápido, si no de saber usar bien su velocidad.
Estas posibilidades
de compensación son frecuentes en el fútbol, pero no deben ser sobreestimadas.
Las razones de una victoria o una derrota siempre deben ser buscadas en el
conjunto de cualidades técnico-tácticas, en las posibilidades atléticas y en
las cualidades psíquicas de los jugadores, aunque, también es cierto, en el
éxito. No olvidemos, sin embargo, que el éxito e incluso la suerte benefician a
menudo al que lo busca, al que se lo crea, es decir, al que trabaja para tener
éxito.